martes, 12 de abril de 2016

IV Domingo de Pascua. Ciclo C. 17/04/2016. Juan 10,27-30

   El tiempo Pascual es un tiempo maravilloso, es un mar de esplendores en el que brilla la resurrección de Cristo. Las tres lecturas de la misa rezuman la alegría de poder anunciar el mensaje de la resurrección. Mensaje, portador de inmensa alegría e inundación del Espíritu Santo.

      La primera lectura (Hechos 13,14.43-52) nos sitúa en la actual Antakya (Turquía). Fue un importante centro comercial de medio millón de habitantes, situado en el  camino entre Oriente y Occidente. Pablo y Bernabé hablan con las gentes de allí. No son bien recibidos por los judíos, pero sí tienen éxito con los gentiles, que se alegraron mucho y alabaron la palabra del Señor. No obstante, las señoras distinguidas y las principales de la ciudad lograron la expulsión de Pablo y Bernabé. Pero, los que habían aceptado el mensaje quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo. Sentían la voz de Dios que les hablaba interiormente y les llenaba de una felicidad especial.

   Al igual que otros domingos de Pascua, continúan las lecturas bíblicas del Apocalípsis (7,9-14b-17). Hoy se nos presenta al Cordero -Cristo muerto y resucitado- recibiendo el honor y la gloria de todos aquellos que a través de la historia han dado su vida por serle fieles. Allí, junto a Jesús, están sin duda, los que en la actualidad, han sido muertos o degollados salvaje y sanguinariamente, sólo por ser cristianos. Ahora, el Cordero que sufrió también tormentos inimaginables, es su pastor que los conduce a fuentes de agua viva. Precioso lenguaje metafórico que expresa el tesoro inimaginable que nos espera por nuestra fidelidad.

   Si hay un evangelio supercorto es el de la misa de hoy. Dice Jesús: "Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna". Pero,  cabe preguntarse: ¿cuántos de nosotros saben oír la palabra de Dios cuando resuena en nuestro interior? Y, esto es fundamental siempre, pero sobre todo en nuestros días. Hoy son muchos los ataques que se dirigen a Dios y al cristianismo, y solamente perduraremos como creyentes si estamos acostumbrados a escuchar internamente la voz de Dios. Como dice la palabra del evangelio de hoy, antes citada, "mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco a ellas y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna". Dejemos sentir y hablar a nuestro corazón. Demos valor e importancia a todo lo positivo y de valor, que hay dentro de nosotros. Lo positivo es siempre de valor, aunque lo vivamos en nuestro interior. Las vivencias buenas nos enriquecen y nunca son falsas.

   Dos ideas clave de las lecturas de hoy:
   - El Espíritu Santo se nos manifiesta y habla en nuestro interior. Aprendamos a discernirlo y escucharlo.
   - Ser fieles siempre a Dios, incluso si la torpeza de alginos hombres nos conduce a la entrega de nuestra vida.

   Compromiso:
   Relee el evangelio y decídelo tú.

 
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