miércoles, 25 de mayo de 2022

Domingo VII de Pascua. Lucas 24, 46-53

En la liturgia de este domingo aparece una frase que debe llenar la vida de un cristiano en muchos momentos de la vida. Es la de aquellos dos hombres que están vestidos de blanco y que preguntan, ¿que hacéis ahí plantados mirando al cielo? Aunque parezca mentira es una postura que debería ser frecuente en los creyentes. "Mirando al cielo". Pero, mirando al cielo como fuente de vivencias religiosas. Hablando con Dios. Es verdad que Dios está a nuestro lado pero, lo que estamos diciendo es una forma de acordarse de Dios. Tenemos varias formas de acordarnos de Dios durante el día, cada uno que escoja la que más resultado le dé. Jesús se estuvo apareciendo a los apóstoles durante cuarenta días instruyéndoles. Procuremos ser cristianos instruídos. Creyentes que sepan dar buenas explicaciones de las cosas de Dios. En un caso de urgencia, ¿sabemos bautizar a un niño que nace con peligro de muerte? Conozco personas, buenos padres, que han tenido que bautizar a su propio juicio. ¡Es una gran alegría que les queda para siempre en su interior! Ese bautismo es igual de válido que el realizado por un sacerdote. La segunda lectura es de carta de Pablo a los Efesios 1, 17-23. La riqueza que Jesús nos da, ya resucitado, y desde el cielo, está por encima de todo nombre conocido. No podemos conocer a Dios de verdad si no lo amamos. Cuanto más lo conozcamos más lo amaremos y cuanto más lo amemos, más lo conoceremos. En Dios, las dos cosas van unidas. Recemos mucho y preparémonos mucho. Hagamos obras buenas de ayuda a los demás e iremos creciendo en amor a Dios. Lucas 24, 46-53 contiene el evangelio de este domingo. La clave de nuestra vida espiritual está en que nos convirtamos para que se perdonen nuestros pecados. Convertirnos a Dios es fundamental. Hay que revestirse de Dios, es fundamental. Es revestirse de la fuerza que viene de lo alto. Resumiendo, piensa en que es necesario que vivamos cerca de Dios. Que seamos personas de vida de oración. La forma básica de hacer oración es acordarnos de él. Decirle que lo amamos, que lo queremos. Pedirle que nos ayude, que nos lleve por buen camino. Que perdone nuestras debilidades. Coge un papel en blanco y un lápiz o boli. Toma este evangelio y copia alguna frase que pueda serte útil. Has reducido este comentario a muy poco. Ahora procura llevarlo a la práctica. ¡Quizá es muy poco lo que tienes delante de tus ojos! Pero, a la hora de practicarlo puede serte útil. Este método puede servirte para un trozo de lectura de cualquier otro libro religioso. Y estás haciendo una lectura espiritual. Puedes simplemente, leerlo despacio, pensando en Dios, sin hacer resumen previo.

 
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