lunes, 23 de octubre de 2017

XXX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 29/10/2017. Mateo 22,34-40

   La liturgia de este día nos presenta la raíz básica de toda experiencia mística, es decir el amor a Dios y al prójimo. Todo lo que fomenta el verdadero amor a Dios y un recto amor al prójimo va en el camino de la recuperación de la verdadera religiosidad. Como frase a memorizar escojo en la primera lectura la que dice: "si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de que marche el sol, porque con eso se cubre él y se acuesta (Exodo 22,25-26).

   La frase dicha nos hace ver el tono de la primera lectura: Exodo 22,20-26. Es un auténtico reflejo de cómo debe ser el amor al prójimo. No se puede explotar a las viudas ni a los huérfanos. Ni ser usurero con los pobres, ni exigirles la devolución por la fuerza, ni cargarlos de intereses.

   La segunda lectura (1 a los Tesalonicenses 1,5c-10) nos manifiesta cómo se debe vivir la fe. Aquellos cristianos eran verdaderamente místicos y un modelo para los demás creyentes. Manifestaban la alegría de ser cristianos, la alegría del Espíritu Santo. A través de ellos la palabra del Señor resonaba en todas partes. En una palabra: vivían la fe para ellos y para los demás. O, siguiendo a la misma lectura, se habían vuelto a Dios para servir, de verdad, al Dios vivo y verdadero.

   En el evangelio de hoy se manifiesta la gran unión que existe entre el amor a Dios y el amor al prójimo. En estos dos amores se sostiene toda la Ley Bíblica y las enseñanzas de los Profetas. Este es el resumen y la enseñanza de todo el evangelio de hoy.

   Existió un judío llamado Hillel, al que seguramente conoció Jesús y que subrayaba la importancia del espíritu más que de la letra de la ley mosaica. Y Hillel cuenta que un día un pagano se le acercó y le dijo que se convertiría a la fe judía si era capaz de enseñarle toda la Ley Bíblica, permaneciendo de pie sobre una sola pierna. Hillel le respondió: "Lo que es odioso para ti, no lo desees para los demás". Eso es toda la Ley Bíblica y el resto es sólo su comentario.

   Como se ve, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo resumen toda la Ley en sólo dos mandamientos: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Y el otro mandamiento, que es semejante al primero, dice: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Como son mandamientos semejantes, cumpliendo el primero, si amamos a Dios de verdad, estamos cumpliendo el segundo. Y si amamos al prójimo, en una gran profundidad, llena de amor y de intensidad, nos estamos acercando a Dios. Amamos a Dios. Es el gran encadenado cristiano: Dios y los hombres. Los hombres y Dios.

   Compromiso:
   Sitúate en el punto de partida de toda experiencia mística.

 
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