lunes, 16 de julio de 2012

XVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 22/07/2012. Marcos, 6,30-34

   El evangelio de hoy es de mucha importancia pensando en la evangelización en uso y, por contraste, en la nueva evangelización que piden los signos positivos de los tiempos. Los enviados insisten en predicar el mensaje desde su punto de vista, contradiciendo lo que Jesús desea. No se trata de los apóstoles, como traduce el libro utilizado en la misa. Son los enviados por Jesús. Nuevamente, algunos exégetas afirman que este pasaje se dirige a los primeros cristianos también y, por lo tanto, a nosotros hoy.

   Los enviados se dedicaron a enseñar, cosa que Jesús no les había mandado. Enseñar, en Marcos, significa proponer el mensaje citando textos del Antiguo Testamento. Sólo lo hace Jesús cuando habla solamente a judíos. En los demás casos, no cita el Antiguo Testamento. No tendría razón de ser. Y Jesús no autorizó a los enviados a enseñar. Sin embargo, ellos enseñaron y, por lo tanto, se dedicaron a los judíos, segurísimamente proponiendo un mensaje nacionalista. No tenían autorización para hacer lo que hicieron. Jesús los envío para que se universalizaran y dejaran de ser xenófobos, como veíamos el domingo anterior, pero ellos no salieron de lo fácil, de su propio ambiente nacionalista judío.

   Jesús los lleva aparte. Así en el original. Marcos utiliza esta expresión "aparte" para señalar la incomprensión de los discípulos. Es palabra técnica para ello.

   Marcos retrocede en la narración. Dice que eran tantos los que iban y venían a ver a los enviados, que no encontraban tiempo ni para comer. Los enviados recibían muchas adhesiones de los judíos a quienes habían "enseñado", sin duda nacionalistas. Suscitaron el entusiasmo por el grupo cuyo líder es Jesús y renovaron la esperanza en la restauración de Israel. Y Jesús sin comerlo, ni beberlo. Jesús no les había dado el encargo de enseñar, sólo quería que conociesen y conviviesen con gentes de otra mentalidad, cultura y religión.

   Los enviados no realizaron el cambio de mentalidad que Jesús quería. El Vaticano II nos urgió a que valorásemos los signos de los tiempos. Dios nos habla por medio de ellos. Pero, no estamos haciendo caso. Juan Pablo II propuso una nueva evangelización, pero nos quedamos con la repetición de la antigua evangelización. Ignoramos cómo se fue desarrollando la teología y la historia de la Iglesia. Si lo conociéramos veríamos que no siempre las cosas fueron como hoy día y que pueden ser de otra manera más en consonancia con los tiempos actuales y con los signos de los tiempos, desde el punto de vista de la revelación neotestamentaria.

   Por ejemplo, en la iglesia no siempre existió la confesión ante un sacerdote. Es más, cuando empezó esa costumbre fomentada por los frailes irlandeses, hubo un papa que lo prohibió. ¿No sería, hoy día, más en consonancia con los tiempos, fomentar la absolución colectiva sin necesidad de confesión, pero sí con arrepentimiento. Así se hace en muchísimos lugares.

   Compromiso:
   Aprender a arrepentirse sinceramente ante Dios y sentirse perdonado de verdad. Recordad que el arrepentimiento sincero exige pedir perdón a quien se ofendió.

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