martes, 4 de marzo de 2014

I Domingo de Cuaresma. Ciclo A. 9/3/214. Mateo 4,1-11

   Hoy comienza el Tiempo de Cuaresma. Tiempo de dolor porque se avecina el recuerdo de los terribles sufrimientos de Cristo. Sufrimientos verdaderos, que están muy contrastados, y de los que son un buen reflejo las expresiones contenidas en la llamada Sábana Santa de Turín.

   La primera lectura es del primer libro de la Biblia, es decir del Génesis o también llamado Bereshit (2,7-9;3,1-7). Si leemos el pasaje atentamente, observaremos que unas veces dice "el Señor Dios" y otras, simplemente "Dios". En cada caso, en hebreo, se usa una palabra distinta, y por lo tanto, se nombra a Dios con dos nombres distintos. Esto tiene su importancia, pero no viene al caso meternos hoy en honduras. No obstante si tiene importancia aclarar que biblias judías traducen "El eterno Dios" en lugar del "Señor Dios". Con la "nueva evangelización" a la que nos vemos obligados hoy día, parece que hablar del "eterno Dios" nos introduce más en el misterio, algo muy apreciado hoy día en determinados sectores de la población.

   La segunda lectura es de la carta a los Romanos (5,12-19). Para entenderla bien, debemos comprender que la muerte de la que se habla no es la muerte física, sino la muerte espiritual. Comienza afirmando que por un hombre, Adán, entro el pecado en el mundo y con el pecado la muerte. Pero, hacia el final, nos dice que, también por un solo hombre, Jesucristo, viviremos todos los que hemos recibido un derroche de gracia y el don de la justificación.

   Moriremos físicamente, pero viviremos para siempre. Al menos, los que aceptamos el plan de Dios. Es definitivo el final de la lectura afirmando: "si por la desobediencia de uno todos se convirtieron en pecadores, así por la obedencia de uno, todos nos convertimos en justos. Esta es la verdadera conclusión.

   No sólo no hemos de tener miedo a la muerte, sino que hemos de verla positivamente, hechándonos en los brazos de Dios.

   Como ya saben, aunque decimos "Evangelio de Mateo" no lo escribió éste, sino que es fruto de su primitiva comunidad que refleja fielmente sus enseñanzas. Según los intérpretes, este relato de las tentaciones es un resumen de las que sufrió Jesús a lo largo de toda su vida, como hombre. No es que hayan sucedido todas a la vez y se acabó.

   En el relato, el demonio insiste en que Jesús debe probar que es el Hijo de Dios. Pero Jesús rechaza la proposición que le hace el demonio, aunque resulte muy sugestiva. No sólo de pan debemos alimentarnos, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Y, nosotros, como creyentes y dentro del espíritu de Jesús, podemos dar la vuelta a la frase y afirmar: "Que de nuestra boca salga, a menudo, la palabra de Dios que alimente a los demás. Es, ni más ni menos que la nueva evangelización que Dios nos pide en este mundo de poca fe. Entrenémonos a hablar con los demás de las cosas de Dios. Y seamos valientes y tajantes ante las tentaciones de la vida.

   Compromiso:
   Entrénate a saber hablar con los demás, de las cosas de Dios.

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