miércoles, 24 de septiembre de 2014

XXVI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 28/9/2014. Mateo 21,28-32

   En las tres lecturas de este domingo se nos urge la necesidad de pensar y obrar conforme al deseo de Dios y de Cristo. La primera, de Ezequiel (18 25-28), plantea la denuncia contra Dios que precisamente suelen hacer gente poco o nada practicante. Son los que no están con el derecho y la justicia, que incluyen los deberes para con Dios. Ellos dicen que Dios no es justo en su proceder. Pero, Dios les da una respuesta vital. La práctica ayuda a descubrir la verdad. Es la coformidad del ser consigo mismo. Si nos convertimos de verdad, ciertamente, dice el Señor, viviremos y no moriremos.

   La segunda lectura, tomada de Filipenses (2,1-11), presenta a Jesús como Dios, que preexiste como Dios antes de encarnarse como hombre. Si aquí se afirmara que Cristo no es Dios, el rebajarse a ser sólo hombre poco mérito tendría y no nos valdría como ejemplo supremo de humildad. La humildad es uno de los valores importantes de la ética cristiana primitiva. Y la humildad es siempre recompensada por Dios, tanto con relación a Cristo como a nosotros. Dios otorga a Jesús el Nombre que es sobre todo nombre: es una forma de afirmar que Jesús es Dios. Toda rodilla debe doblarse ante Cristo y confesar que es el Señor. Es decir, Dios. En laBiblia el Señor es Dios.

   Presentar a Jesús como Dios era muy atrayente para los paganos. Por un lado, la Divinidad se acercaba totalmente a los hombres. Por otro, Dios estaba por encima de todo poder humano y era salvador. Todo ello colmaba un deseo típico de la religiosidad griega de los Misterios.

   El evangelio de hoy se resume en la importancia de seguir el camino de la justicia. Esta, en la Biblia, no se presenta con una definición, sino desde el punto de vista del huérfano, la víctima o la viuda, por ejemplo. El hambre y la sed de justicia para todos, vivos y muertos, expresa el interés dominante de la Biblia.

   En una verdadera conversión a Dios, lo primero que se ha de tener en cuenta es la práctica de la justicia, es decir, la ayuda al realmente necesitado.

   Sin la práctica de la justicia no podemos relacionarnos con Dios. En el evangelio de hoy, se nos dice que, a menudo, los publicanos y las prostitutas creen en el evangelio, es decir, practican la justicia, como camino de llegar a Dios.

   Aprendamos la profunda lección de este evangelio. Envía este comentario a tus amigos. Gracias.

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